Cierre de Centros Penitenciarios en Zacatlán y Chignahuapan: Reajustes y Mejoras en Derechos Humanos
Después de más de 120 años de funcionamiento como centro penitenciario, el Centro de Reinserción Social de Zacatlán ha sido inhabilitado y desde hace unos días ya no alberga a personas privadas de su libertad (PPL). Una situación similar ha ocurrido en Chignahuapan, que tras 60 años también ha cesado sus operaciones. Estos cierres parecen ser parte de una reorganización por parte del gobierno estatal para mejorar el respeto a los derechos humanos de los internos, y se espera que sean permanentes.
Recientemente, se llevó a cabo un operativo importante en la calle principal de acceso al centro penitenciario de Chignahuapan, con presencia de la policía estatal y municipal que cercaron la zona. Aunque esto generó cierta expectación, el cierre oficial del centro y el traslado de los poco más de 50 internos a Tepexi de Rodríguez, Huauchinango, y a la capital poblana para los adultos mayores, solo se dio a conocer públicamente el jueves pasado.
En Zacatlán, el proceso de cierre comenzó en julio, cuando el alcalde José Luis Márquez Martínez anunció que, con el apoyo del gobernador del estado, se había logrado la reubicación del centro para seguir recuperando el palacio municipal y ofrecer un trato digno a los más de 100 PPL. El cierre también responde a la necesidad de rehabilitar el edificio del palacio municipal, que había estado en condiciones de riesgo debido a la falta de mantenimiento y el deterioro de las estructuras.
Históricamente, el centro penitenciario de Zacatlán operó desde 1898 y ha enfrentado diversos incidentes, incluidos incendios provocados, fugas de internos, suicidios, y homicidios. Más recientemente, estuvo en el foco de atención tras la detención del alcalde de Zapotitlán de Méndez, Emiliano Vásquez Bonilla. En los últimos años, tanto el centro de Zacatlán como el de Chignahuapan recibieron bajas calificaciones en las evaluaciones estatales realizadas por la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Puebla. En 2022, Chignahuapan obtuvo la segunda peor calificación entre los 20 centros evaluados con un 4.3, mientras que Zacatlán obtuvo un 4.0. Aunque las calificaciones mejoraron en 2023, aún fueron bajas: Chignahuapan alcanzó un 6.2 y Zacatlán un 7.5, ambas dentro de la categoría amarilla, que indica áreas de oportunidad.